Mateo 5 - el pecado y el infierno

Una

Seguimos reflexionando sobre la enseñanza de Jesús en el Sermón de la Montaña. En Mateo 5:29 Jesús dice: Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácatelo y tíralo; porque menos daño os hará perder una parte de vosotros, que arrojar todo vuestro cuerpo al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtala y tírala; porque te hará menos daño perder una parte de ti que que todo tu cuerpo vaya al infierno.

Aquí, Jesús afirma la realidad del infierno y la posibilidad de ir allí por propia elección. El CIC (1036) dice que la enseñanza de Jesús sobre el tema del infierno es un llamado a la responsabilidad que incumbe al hombre de hacer uso de su libertad en vista de su destino eterno. Es al mismo tiempo una llamada urgente a la conversión: Un poco más adelante en el Sermón de la Montaña Jesús dirá: "Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella, porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Dos

Dios no envía a nadie al infierno. Aquellos en el Infierno se alejaron de Dios por su propia libre elección y persistieron en esa elección hasta el final.

El pecado es alejarse de Dios. Cuando hacemos del pecado un hábito, resulta en una aversión por Dios y las cosas de Dios. Si tenemos aversión a Dios, entonces no desearemos a Dios ni lo elegiremos. No querremos pasar tiempo en oración, o ir a Misa o Confesión, o aprender nuestra fe o vivir de acuerdo a las enseñanzas morales de Jesús. El pecado y el hábito del pecado alejan a la gente de Dios. Por eso los pecados llevan a la gente a rezar menos, a ir menos a misa, a cuidar menos de los pobres y de los indefensos. ¿Por qué? Porque cuando tenemos el hábito de alejarnos de Dios en el pecado, creamos una aversión a Dios ya todas las cosas de Dios.

Tres

Testimonio de Santa Faustina (Diario 741)

“Hoy fui conducido por un ángel a los abismos del infierno. Es un lugar de gran tortura; ¡Cuán asombrosamente grande y extenso es!”

Luego describe el sufrimiento del Infierno que dura para siempre. Después escribe: “Escribo esto por mandato de Dios, para que ningún alma encuentre excusa diciendo que no hay infierno, o que nadie ha estado allí, y que nadie pueda decir cómo es. Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, he visitado los abismos del infierno para poder contarlo a las almas y dar testimonio de su existencia. No puedo hablar de eso ahora; pero he recibido un mandato de Dios para dejarlo por escrito….Pero noté una cosa: que la mayoría de las almas son las que no creían que hay un infierno.”

cuatro

El 25 de abril de 1983 se informa que Nuestra Señora dio este mensaje en Medjugorje

¡Conviértete! Será demasiado tarde cuando llegue la señal. De antemano, se darán varias advertencias al mundo. Haga que la gente se apresure a convertirse. Necesito vuestras oraciones y vuestra penitencia. Mi corazón está ardiendo de amor por ti. Basta con que os convirtáis. Hacer preguntas no es importante. Ser convertido. Date prisa en proclamarlo. Dile a todos que es mi deseo, y que no dejo de repetirlo. Convertíos, convertíos... os ruego que os convirtáis. Rezaré a mi Hijo para que os libre del castigo. Conviértete sin demora.

Cinco

El mensaje de Jesús y el mensaje informado de Nuestra Señora en Medjugorje es simple pero claro: Conviértanse y no se demoren. Pero, ¿por qué querríamos retrasarnos? Es fácil ver que el pecado de otras personas destruye nuestra felicidad. Bueno, nuestro propio pecado también destruye nuestra felicidad. El orgullo, la ambición vana, la envidia, la pereza, la ira, la codicia, la glotonería, la lujuria, la deshonestidad, el chisme, etc. destruyen el bien que necesitamos para ser felices. El pecado destruye la felicidad y una vez que convertimos el pecado en un hábito, ahora tenemos un vicio que hace es un vicioso. Las virtudes son las buenas acciones que nos dan las cosas buenas que necesitamos para hacernos felices. Es simple: el vicio destruye la felicidad. La virtud hace feliz.

Pídele al Espíritu Santo que te revele tus vicios y pecados, haz un examen de conciencia honesto y sin miedo, y acude al Sacramento de la Reconciliación donde Jesús te dará la gracia y la sanación para la conversión.

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